viernes, 19 de marzo de 2010
19 de marzo...volveré a ser quien fui
Entendí que la palabra correcta era inanición, la nada absoluta que me llevaría a mi anhelada meta. No era limitarme a 300 calorías por día, era consumir solo agua y nada mas (imperativo hasta devolverle la sonrisa a mi rostro), era despojarme de la asquerosa y perjudicial comida aquel monstro (comida) que me había traído burlas en la infancia, que me hacia sentir sucia y fea, inanición significaba exorcizarme de lo humano, mantenerme en un estadio de felicidad absoluta, tener la convicción de que
“soy fuerte”, de que “yo puedo”…al ver los días avanzar y mi cuerpo adelgazar mas y mas
La comida me está hundiendo en una eterna depresión, en la escuela todo va mal, miro fotos, me veo frente al espejo y veo que todos callan y mienten sobre lo gorda que estoy, estar gorda es sinónimo de fea,fracasada,depresiva y tonta.
Los que se dicen amigos y no sienten lo que yo siento no me entienden, es por eso que me limito a mi yo y nada mas, no hay gente que pueda comprender lo que está pasando dentro de mi, muchos me llaman egoísta, loca, manipuladora y débil, quizás débil lo sea y se que este tiempo de recuperar todo aquello que perdí…aquello que la comida me arrebató salir de este cuerpo asqueroso que me dejó.
miércoles, 10 de marzo de 2010
consiente o no me haces dañO
Amaba destruir mi vida, fragmentar mi alma en pedacitos… tantos que era imposible repararla, hacerme daño era un hobbie más, o quizás no y todo era parte de una cruel coincidencia.
Jugar con mi vulnerabilidad era cruel pero igual lo hacía, consiente o no era capaz de hacerme desear la muerte o incluso buscarla en algún frasco de pastillas.
Una vez más estaba en su trampa, me había hecho presa con mi absoluto consentimiento, me había llevado al precipicio tomada de su mano, una vez allí me dejaba sola encadenándome a mí la responsabilidad de mi probable salto hacia la nada.
Nunca entendí que pretendía de mí, jamás supe porque me hacia tanto daño, sí quería verme muerta o en eterna agonía nunca me atreví a preguntar, lo único que tenia claro era que… el amor que yo sentía hacia mi era demasiado poco para prohibirle irrumpir en mi descontrolada mente.
Hojas sucias, llanto y uno que otro garabato
Aquella tarde, pretender que el sentimiento viniera a las letras se convirtió una necesidad, estaba tan acostumbrada a decir escribiendo aquello que me atormentaba.
Las letras se escribían pero no decían absolutamente nada y nada era suficiente sobre las hojas de papel para arrancar aquel sentimiento torturante.
Hojas sucias, llanto y uno que otro garabato acompañado de un dolor hiriente queriendo ser liberado.
La coherencia y lucidez estaban tan lejos, pronto la desesperación trajo a mis fallidos escritos gotas color carmín
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