miércoles, 10 de marzo de 2010

Hojas sucias, llanto y uno que otro garabato


Aquella tarde, pretender que el sentimiento viniera a las letras se convirtió una necesidad, estaba tan acostumbrada a decir escribiendo aquello que me atormentaba.
Las letras se escribían pero no decían absolutamente nada y nada era suficiente sobre las hojas de papel para arrancar aquel sentimiento torturante.
Hojas sucias, llanto y uno que otro garabato acompañado de un dolor hiriente queriendo ser liberado.
La coherencia y lucidez estaban tan lejos, pronto la desesperación trajo a mis fallidos escritos gotas color carmín

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